¿Qué necesitamos? objetos de dos clases distintas, como los tapones de la leche (muy recomendable guardarlos, junto con sus bases) y las conchas que hemos recogido en la playa, también nos valdrán chapas de refrescos. Necesitamos además dos bolsas transparentes.
¿Cómo? Tomamos 5 ó 6 tapones y una sola concha y los introducimos en una bolsa, en la otra ponemos sólo conchas. Les planteamos un juego: que adivinen qué va a salir de una bolsa y de la otra y les preguntamos qué es más fácil o probable si sacar una concha de la bolsa donde hay muchas o de la bolsa donde solo hay una. Variamos la proporción y volvemos a preguntar. En una segunda fase lo hacemos en una bolsa opaca.
¿Por qué? Casi toda la probabilidad que vamos a necesitar en nuestra vida se basa en la ley de Laplace, que establece el cociente entre casos favorables y posibles como la probabilidad de que algo ocurra. Este concepto es realmente simple y un niño lo puede experimentar variando los «casos posibles» y tocando los sucesos imposibles.
Esta entrada continúa una serie de actividades en la vida cotidiana para ayudar a los niños (y no tanto) a descubrir el mundo con una mirada matemática, en la línea del reportaje «Las matemáticas son para el verano» aparecido en la revista Mujer hoy. Para ver el resto puedes pinchar en la etiqueta «los otros deberes»
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