El otro día tuve la suerte de que British Council School me invitara a la charla que el maestro Richard Gerver ofreció en la «Feria de la educación británica». Me senté en primera fila y en escena apareció un señor al que podrías encontrar en una película de Ken Loach o en un pub de Manchester -y la verdad, no me importaría encontrarme con él en ese trance-.
Ese señor inglés, es decir, Richard Gerver, nos habló generosamente de por qué nuestra escuela se ha quedado obsoleta y de por qué España (y también Reino Unido) han quedado tan mal en las reciente pruebas «PISA para adultos». Además de otras muchas ideas inspiradoras.
El maestro arrancó citando a Malcom X: “El mañana pertenece a los que se preparan”. Y algo me hizo pensar que iba a glorificar la educación británica, que para algo era nuestra anfitriona. Pero no fue así. Lo que hizo fue contar su propia experiencia, la de un joven director en una escuela humilde y con altos índices de fracaso, que gracias a su «Back to simple» (o vuelta a lo esencial) se acabó convirtiendo en uno de los centros más creativos e innovadores del mundo. Las escuelas británicas tienen, o tenían en aquel momento, suficiente autonomía para que pasaran esas cosas. Por desgracia los vientos políticos -a ambos lados del Canal de la Mancha- nos han llevado a una escuela más rígida donde todo se mide con exámenes formales y reválidas desde edades muy tempranas. Al respecto de esto nos puso en la siguiente situación:
Imaginad a un padre tratando de convencer a su hijo de 7 años de que hacer el examen que tiene mañana bien es importantísimo. Pero, ¿por qué si a él le aburre? Pues porque gracias a ese primer examen podrá acceder a otro examen superimportante que vendrá después (pongamos, por ejemplo, una reválida) y que este siguiente examen es ultraimportante para tener derecho a otro examen muchísimo más importante y que le dará acceso a otro examen aún más importante…
Creo que escenas como la sugerida ocurren mucho más de lo que debieran. La historia del padre y el hijo continúa íntimamente ligada a nuestra realidad. Hace unos años esa historia acababa en «éxito», porque que el niño que hacía caso a su padre y terminaba todos esos exámenes importantes conseguía un buen trabajo, tal vez no el que él deseaba pero un empleo que le garantizaba la clase media. Hoy en día eso ya no es posible, ya no ocurre. Acabas todos esos exámenes importantísimos y no tienes nada. O, al menos, nada garantizado. Para terminar con la política nos contó una de las cosas que más le gustan del aclamado sistema finlandés, que la educación está fuera del debate político, gestionada por expertos y no por efímeras mayorías parlamentarias.
Gerver nos contó cómo llegó a la docencia por amor… a una maestra, que sería, y sigue siendo, su esposa. Y que le ayudó a sacarse de la cabeza la idea de ser actor (lo sentimos por Ken Loach). Y de cómo ser maestro le hizo feliz -no necesitó argumentarlo mucho, es bastante evidente lo bien que se siente ante un auditorio-.
Nos habló de cómo sus padres -a pesar de disfrutar de una situación acomodada- no quisieron pagarle para que viviese una vida de actor y tuvo que trabajar de repartidor para costear sus estudios. Y de la ocasión en que su exitoso primo -que había entrado en Oxford a los 15 años, algo posible en el sistema inglés- fue a pasar una tarde con él -en su furgoneta- y rompió a llorar al ver que su vida de consultor con Jet a su disposición era «la que otros querían para él» y no la que -como era el caso de su primo Richard- le hacía feliz a él.
Además de su historia personal, nos habló también del informe sobre las capacidades de los adultos (16 a 65 años) de la OCDE. Pero no solo de los resultados que han aparecido en prensa, sino de de otras partes de la investigación que han pasado más desapercibidas.
El informe no solo nos deja muy mal en comprensión lectora y matemáticas -a eso solo le dedica unas pocas páginas- también nos habla de qué tipo de trabajador va a demandar un mundo postindustrial y (¡oh sorpresa!) no se trata de alguien capaz de completar un test con exactitud milimétrica y con la máxima nota, sino de alguien capaz de adaptarse y cambiar y que saca lo mejor de sus interacciones con los que le rodean.
Y sobre la educación infantil nos dio una idea con la que no puedo más que estar de acuerdo, la infancia no es una preparación para la vida, es una celebración de la vida: «Vivir, aprender y reír», podíamos leer en el proyector. A los padres que buscan escuela para sus pequeños les pidió que fijasen tres o cuatro citas en sus colegios favoritos, fuesen allí e hicieran la prueba, si en 30 segundos no habían escuchado las risas de los maestros, esa escuela no es la buena para sus hijos: un centro donde los profesores no tienen posibilidad de disfrutar con lo que están haciendo no puede ser en el que se formen sus hijos.
La hora que teníamos pasó muy rápida pero Mr Gerver, generoso, se quedó con nosotros un rato más conversando sobre matemáticas en una mini-entrevista que concedió para TocaMates:
No soy un experto, pero sé que la mayor parte de las personas piensa que las matemáticas son aburridas. Pero si algo tengo claro es que las matemáticas son posiblemente el campo más creativo que hay. Las matemáticas puras tratan sobre todo de la creatividad, están todo el rato rompiendo las normas. Buscar nuevos patrones, descubrir nuevas ideas y retar a las convenciones. Una de las cosas que más me gustaron fue descubrir cómo sabe un investigador que un resultado es correcto: por la belleza de su demostración. Las matemáticas son, para mí, un campo increíble de conocimiento creativo y totalmente unido a las otras áreas que son tradicionalmente consideradas creativas, como la música.
Lo que sí que le digo a la gente que me pregunta de matemáticas es que los grandes aprendizajes de matemáticas no se producen en la lección en la que aprendes a sumar sino cuando descubres patrones, en las formas, en las series, en los ritmos que te rodean. Y ese es el momento en el que empiezas a disfrutar las matemáticas. El momento más emocionante ocurre cuando los chicos empiezan a ver las matemáticas no como una materia repetitiva sino como una manera de ver el mundo.
No puedo estar más de acuerdo con Mr Gerver, ni alegrarme más de que el cine británico perdiese un actor.
PD: por ponerle una pega, no me gustó que le diera credibilidad al hoax de las grúas. Demasiado photoshop para ser verdad.
4 comentarios sobre “Las reválidas de Richard Gerver”