Los problemas de matemáticas no son una excusa para que hagamos cálculos aritméticos, ni siquiera los problemas aritméticos. Son situaciones en contextos reales que nos piden que apliquemos lo aprendido y que -sobre todo- nos hagan pensar (por eso tengo aquí los retos, en los que casi nunca hay que hacer operaciones aritméticas). Y por eso estoy tan contento con los problemas que me salieron el otro día durante mi sesión de Smartick.
Tengo que aclarar que una de las cosas que hago todos los días con Smartick es una de sus sesiones de 15 minutos, para eso lo que hice fue registrarme como si fuera un niño de 11 años (también tengo un usuario de 4), así puedo ver como funciona y sugerirles algún cambio, si veo algo raro. Me lo paso genial, y es en mi horario de trabajo, o sea que todo bien. El sistema me anunció que íbamos a tener una sesión de resolución de problemas. Lo que aprendimos en la escuela sobre problemas aritméticos es que en un problema nos dan unos datos, y alguna pista para hacer una o varias operaciones, y que la solución es un número que se obtiene a partir de los datos haciendo esas operaciones. Lo entrenábamos haciendo muchos problemas de sumas -después de repasar las sumas- y luego muchos problemas de restas -después de repasar la resta- y luego con colecciones de problemas en los que ya no quedaba claro si eran de sumar o de restar. Para las dudas, nos mandaban el cuadernillo Rubio. En los cuadernillos Rubio, quintaesencia de la enseñanza tradicional, puedes encontrar situaciones como ésta:
En una banda de música hay 23 violines y 12 tompetas, ¿cuántos miembros componen la banda?
Un análisis superficial del problema me dirá que la solución se obtiene sumando 23 y 12, pero, si nos paramos a pensar un poco en el contexto, encontraremos que no juega ningún papel, es más, despista. Si sabemos algo de música, lo primero que nos preguntaremos es ¿violines y trompetas? ¡Qué banda más rara!, si has tocado alguna vez en una banda, sabrás que no suelen llevar violines, y puede que hasta llegues a pensar que la solución es «faltan datos». O sobran violines, incluso que sobran trompetas, siempre sobran trompetas.
Yo ya sabía que los problemas de mi sesión no serían problemas como los de los cuadernillos Rubio, que iba a ser algo más. El primero que me llamó la atención decía
Alba ha comprado 5 macetas para adornar las ventanas y ha plantado 2 semillas en cada una. Si de cada semilla nace una planta que da 3 flores…
(yo ya había hecho las multiplicaciones al llegar ahí, pero la sorpresa es lo que venía a continuación)
La solución de este problema es: «Nacerán 30 flores». ¿Cuál es la pregunta?
Me daba 4 opciones, seleccioné «¿Cuántas flores nacerán en total». Le di a enviar. Estaba bien.
Luego me encontré otros, como el siguiente, que me daba la operación y me pedía la solución:
O como éstos, que después de un párrafo largo con montones de datos, solo me preguntaba si tenía o no datos suficientes para resolver el problema:
O este que, dándome la solución me pregunta por la operación que he realizado para obtenerla.
Los problemas nos cuestan trabajo, sobre todo cuando no sabemos qué hay que hacer para resolverlos, por eso no se pueden limitar a situaciones en las que aplicar una operación, y menos si ésta es la que acabamos de explicar en clase. Puedes leer más sobre problemas en el blog de Smartick
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No dejes de tocar las mates.
Un comentario sobre “Problemas, cosa de pensar”