Matemáticas en el patio del colegio 2

Matemáticas en el patio del colegio

He vuelto al cole. Lo confieso. Y he sido feliz. El pasado 17 de junio, el Colegio San Ildefonso de Madrid abrió las puertas a este blog, para que, con los niños de primer ciclo (de 6 a 8 años), jugásemos a tocar las matemáticas. Y tocamos, tocamos, tocamos… ¡Como una orquesta, pero de las mates!

Empezamos dentro del aula, para que conocieran ese rectángulo de papel que cuenta una historia circular y que por arte de mates consigue contarla ¡en una sola cara!

Les sugerimos que podían colorear la cinta, para que identificaran todos sus elementos, también pedimos que contasen su historia, para que observasen que para contarla era preciso darle la vuelta. Después de tenerla coloreada les dijimos que había una manera de pegar la cinta que permitía que la historia se contase ¡sin necesidad de darle la vuelta! Los primeros en descubrirlo rápidamente lo compartieron con sus compañeros y muy pronto toda la clase tenía su propia cinta de Moebius. Con sus manos pudieron comprobar que tenía una sola cara y un solo borde: «¿Esto es magia?» me preguntó uno de ellos «No, sólo matemáticas». «Ah…». 

Después les repartimos los identificadores lógicos que les harían estar en un equipo (o en varios) y con los que bajamos al patio para seguir tocando las mates. Pero en la calle…

En el patio jugamos a hacer formas geométricas. Divididos en tres grupos realizaban una forma geométrica, o una letra. A continuación comprobaban que estaba bien hecha (que se leía bien desde la posición que habíamos pactado previamente) y sobre ella hablábamos, pensábamos, nombrábamos a los vértices, contábamos los lados…

Con esta actividad descubrimos que era mucho más fácil hacer un círculo -un corro- que un cuadrado o un triángulo, y que una «L» depende de por dónde se mire. Luego fuimos al cartel donde se les indicaban las rotaciones, todos los niños iban a pasar por todas las actividades, así que no tenían tiempo que perder:

Miraban la forma y color que les correpondía y la actividad a la que tenían que ir. La primera -y una de sus favoritas- fue Cierra la caja viviente que, en palabras de Ada (7 años) 

“Lo que más me ha gustado ha sido el juego de cierra la caja, y que los números fuéramos nosotros, los niños»

les encanta ponerse y quitarse los petos
tenemos dados gigantes, gracias a Victoria de Naranjas y Limones

Mientras tanto había otros tres grupos haciendo actividades a la vez: resolviendo retos matemáticos, como los que hemos propuesto este curso:

En esta actividad pude aprender que es muy importante la manera en que se les presenta algo que es muy nuevo para ellos. El problema de cruzar el río, que hicimos a «tamaño natural» les generaba mucha ansiedad, estaba planteado por un profe, luego tenía que tener una solución, les costaba mucho verlo como un juego. Aunque lo conseguían. Que la solución implicaba echar varios viajes les sorprendió aunque alguno tuvo la suficiente imaginación para ofrecer la «solución caperucita» (que la oveja se coma la col y que el lobo se coma a la oveja y en el otro lado, les sacamos).

Otra de las estaciones consistía en hacer un tetraedro con dos billetes de metro. Llevaban toda la semana recopilando billetes de metro y no se iban a marchar sin su tetraedro, les costó mucho pero rabiaban de alegría por conseguir cada uno de los pasos necesarios:

Viendo la expectación generada -prometo una entrada explicando cómo se hace- la verdad es que es un truco muy bonito  (a mi me lo enseño una niña de 12 años) en la tristemente desaparecida Feria de la Ciencia aunque es un poco difícil para niños de primer ciclo. Simultáneamente, cuarto grupo jugaba al awalé, un juego que en palabras de Ada:

«Ha estado muy bien, aunque al principio era difícil y nadie ganaba porque no sabíamos jugar, pero después de un rato ya aprendimos y entonces se convirtió en un juego de verdad.»

Los peques se quedaron con ganas de más (y nosotros también) y lo peor es que no dio tiempo a hacer la magia, por lo que habrá que volver -espero- pronto. Lo mejor es la idea que quedó en sus cabezas de que las matemáticas también sirven para pasar un buen rato y que a veces un reto que no se entiende, no se disfruta, pero que con un poco de práctica -y esfuerzo- puede llegar a convertirse en un «juego de verdad». Agradecimientos: Victoria, del blog Naranjas y limones, sí la que nos regaló los poliedros blanditos, nos hizo los dados gigantes con sus 42 puntitos cosidos a mano.

Clara Varela que nos digitalizó al lobo y a la oveja (que en su original miden 5 centímetros!) con tanta calidad que dio para jugar a cruzar el río viviente, con una col verdadera.

A Raquel, una niña de 1º de primaria, que disfruta las matemáticas y a su mamá -Alicia- que pone un gran esfuerzo en que vaya a más.

Esta entrada participa en la Edición 4.12310 del Carnaval de Matemáticas, que en esta ocasión organiza Rafael desde Geometría Dinámica.


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