«En psicología experimental es clásica la anécdota de un profesor que pretendía estudiar la capacidad de los chimpancés para resolver problemas. Colgó un plátano del centro del techo a suficiente altura para que el animal no lo alcanzase de un salto. Distribuyó al azar cajas de embalar. El experimento consistiría en ver si la chimpancé era capaz de apilar las cajas para llegar al plátano.La chimpancé le observaba desde un rincón, esperó hasta que el profesor cruzó el centro de la sala, en ese momento se le subió de un salto al hombro, dio un salto en el aire y alcanzó el plátano.
Moraleja: problemas aparentemente muy difíciles pueden tener soluciones sencillas e inesperadas»
Martin Gardner en la introducción a «Inspiración ¡ajá!» Editorial Labor
Mi primera experiencia con Martin Gardner (nacido en Tulsa en 1914) fue en el instituto. Alguien me recomendó leer la serie de ¡ajá!, que durante mucho tiempo fue mi lectura de cabecera (literalmente, pasó años en la mesilla). La tesis del libro la podemos leer, muy simplificada, en la moraleja de la cita que encabeza este artículo. En cualquier libro de la serie de ¡ajá! nos encontraremos un buen puñado de problemas muy bien ilustrados por Jim Glen, comentados y con ampliaciones para no dejar de pensar. Los problemas están separados en categorías (geometría, numéricos, lógicos, verbales…) pero creo que lo mejor es abrir el libro por cualquier página y dejarse llevar. Las indicaciones con las que Gardner termina la introducción son muy recomendables para aplicarlas a nuestra necesidad cotidiana de resolver problemas:
- ¿Podemos reducir el problema a uno más sencillo?
- ¿Podemos transformar el problema en otro isomorfo, y de resolución más fácil?
- ¿Se puede inventar un algoritmo sencillo para resolver el problema?
- ¿Se podría aplicar algún resultado general de las matemáticas? (o de alguna otra ciencia)
- ¿Podemos contrastar el resultado con buenos ejemplos y contraejemplos?
- ¿Contiene el problema elementos irrelevantes cuya presencia sirve sólo para despistar?
Gardner se graduó en filosofía y se dedicó al periodismo. La fama le llegó con la columna en Scientific American que escribiría durante 30 años (1956-1986). Yo también empecé Filosofía, llevaba ya varios años en la facultad de Matemáticas y había estudiado ya la (única) asignatura de lógica matemática. Necesitaba más y por aquel entonces había otro libro de Gardner ocupando mi mesilla, su edición anotada de Alicia en el país de las maravillas y a través del espejo. Alicia, Carroll (y esta versión en particular) tuvieron mucha culpa de mi excursión por el mundo de la lógica y la filosofía del lenguaje.
En la introducción casi nos pide disculpas por las notas, porque con esta obra contribuye a que Alicia se convierta en un libro académico, pero la verdad es que ayudan a desentrañar la tremenda madeja que tejió Carrol y a comprender, y apreciar, mejor las dos partes de Alicia.
Martin Gardner escribió más de 70 libros de divulgación, escepticismo y pasatiempos lógico-matemáticos. Su vida y su obra han inspirado a innumerables divulgadores que entre otras cosas han instaurado el 21 de octubre, la fecha de su nacimiento, como la «Fiesta de la mente» (G4G, Reunidos por Gardner). Por cierto, en el logo del G4G, encontraremos un ambigrama del maestro Scott Kim, en su web hay más.
Mi admirada Vi Hart ha ido más allá y ha decretado todo el mes de octubre de 2012 como el mes del flexágono, otra estructura que Gardner popularizó:
Gardner nos dejó en mayo de 2010, nos dejó con nuestros problemas, así que no nos quedamos solos.
Esta es mi primera aportación a la Edición 3,1415926 del Carnaval de Matemáticas, con Ricardos como anfitrión en el blog Series Divergentes.
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