Siempre he aprendido con mis alumnos y de mis alumnos. Creo que siempre lo voy a hacer o, al menos, confío en que así sea. Hoy quería contar una historia muy personal que me ocurrió cuando estaba empezando en la enseñanza.
Era mi primer año en un instituto, y tenía la suerte de ser “el profe de bachillerato” en un colegio privado de niños educados y majos. Estábamos explicando los límites (si la memoria no me falla) y al ir a explicar el siguiente concepto les dije una frase que por aquel entonces repetía a menudo: “Esto es muy fácil, lo vais a entender enseguida”. Era una frase que yo decía para que no desconectasen y no se desanimasen. Marta Paraíso -no la olvidaré nunca- levantó la mano y me dijo: “Profesor, para usted todo es siempre fácil”- me quedé sin palabras, traté de excusarme, pero concluyó: “Yo no sé qué es lo que está haciendo y el que diga que es fácil me hace pensar que soy tonta”. Tenía razón. Y me acabada de dar una lección.
No hay en matemáticas nada que sea trivial, nada que sea obvio, ni simplemente fácil. Recuerdo cuando, el primer día de facultad, el profesor de Análisis nos hizo demostrar que “1>0” (uno es mayor que cero) un hecho que, aunque parezca evidente, admite demostración (y no es trivial).
Se suele decir de algo sencillo que es como hacer “la o con un canuto”. A mí, re-aprender a escribir con escritura ligada para que mi hija pueda entender mi letra me está costando un mundo.
¿Cómo funciona el mecanismo de un botijo? ¿De verdad es tan sencillo? Un botijo enfría el agua por la naturaleza de los poros de la arcilla, que evaporan la cantidad justa de agua. El agua al evaporarse capta calor de su entorno -del interior del botijo- consiguiendo enfriarla ¡hasta 10º menos que en el exterior!, en un día seco y caluroso. Si los poros se tapan, no funciona, si son demasiado grandes, suda demasiado y se vacía. Un buen botijo es una joya de la tecnología. No me parece nada simple.
Claro que decir que vamos a aprender algo difícil tampoco anima mucho, aunque si se presenta como un reto siempre será más satisfactorio cuando se supere. Hay una frase que le escuché a Maria Antònia Canals que me reconcilió con lo que significa la dificultad en las matemáticas: “Las matemáticas son difíciles, como es difícil subir una montaña, pero con preparación y entrenamiento es algo que se disfruta mucho”.
Las matemáticas cuestan, pero con entrenamiento, con el equipo adecuado, con la aclimatación necesaria -no se va uno en su primera excursión al Himalaya, ni en chanclas- se ven unos paisajes extraordinarios y se respira un aire fresco y puro. Merecen la pena. No os lo perdáis.
Hoy he comenzado una nueva etapa, desde hoy voy a dar clase en la universidad. Es solo una asignatura, un par de días a la semana, pero no voy a desperdiciar la oportunidad. Además, es en la facultad de Educación y mis alumnos serán pronto maestros de Educación Infantil. Por si fuese poco, la asignatura es sobre juegos y situaciones de contenido matemático, que es sobre lo que llevamos hablando aquí desde hace dos años. Así que pienso aprovechar la oportunidad, como aprovecho cada sesión con niños o con maestros, para seguir aprendiendo de mis alumnos.
No dejéis de tocar las mates.
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